Fortaleza medieval de Muro de Roda, valle de La Fueva


"Las montañas más altas temen a los que andan despacio"

"Mas vale perder el tiempo con los amigos... que perder amigos con el tiempo...Por este dulce motivo, pierdo el tiempo contigo... porque NO quiero perderte con el tiempo, amigo"

Regresad vivos, regresad como amigos, llegad a la cumbre. Por ese orden (Roger Baxter-Jones).

jueves, 11 de junio de 2009

Clavijas de Cotatuero y cascada, Ordesa



El día 11 de Junio quedé con Marta para una excursión muy especial:
Las Clavijas de Cotatuero.

Temidas por algunos, admiradas por otros, no son tan feas como las pintan, al contrario.
Se encuentran enclavadas en un circo de excepcional belleza y de gran verticalidad, y la colocación de una sirga de seguridad nos permite disfrutar como en pocos lugares.

En este caso contaba con una compañera que, en el despertar montañero, sentía más empuje por descubrir que temor a lo que vendrá.
Así es como se logra avanzar en experiencia y vivir fuertes emociones, de esas que no se olvidan.

Para rematar la faena, nada como ir a Cotatuero en pleno deshielo, cuando se desata un espectáculo de cascadas entre las que la de Cotatuero hace honor a su salvaje fama.


Partimos de la Pradera con un verdor como en pocos lugares del pirineo.





Chorro que se desprende de lo alto.




Las Proas de Ordesa son gigantescas.




Y la Cascada de Cotatuero nos recibe con estruendo en su caída de más de 200 metros.




Llegamos a la Cabaña donde es habitual tomar un bocadillo antes que aproximarse a las clavijas, dado que desde aquí empieza a sentirse la tensión, a encontrar resaltes de roca, y a ver de cerca el vacío.





Una flor de Gamón de montaña, como tantas otras presenta toda su belleza en esta época del año.





También son frecuentes los escaladores, en una de las vias más difíciles del Pirineo:
El Pilar de Cotatuero.





Enfrente, las imponentes paredes que un glaciar esculpió, superiores a los 400 metros, y que atemorizan a quien las ve por primera vez.







En este punto Marta comprueba que está preparada para subir a las clavijas. A su espalda, a solo 1 metro, tiene un vacío de más de 100 metros a plomo. Hasta la leve brisa parece querer empujarte... mientras justo al lado cae la cascada con un rugido que atemoriza.







Santi no quiere ser menos, uffff!!!!





He aquí el primer tramo de clavijas. Nos colocamos el arnés y subimos la chimenea casi vertical, de unos 12 metros de altura (como el balcón de un tercer piso).




Ya arriba, encontramos una sirga que seguiremos anclados a ella, pasando un tramo horizontal, otro vertical de 3 metros y seguimos en horizontal sobre el vacío, hasta llegar a la parte superior de la Cascada.





Al fin en el Churro de Cotatuero, espectaculo de cascadas, prados verdes, y sensación de euforia por lo conseguido.















Descansamos en los prados superiores, y nos dimos un remojón en los saltos de agua, de un encanto especial. Yo las he apodado "Cascadas del Paraíso" por su inigualable belleza, con la fuerza de las más grandes y la delicadeza de las Gradas de Soaso, combinadas con la altitud del lugar, que parece que estás "el en cielo".









Marta, en el mismo "canto del Cielo", Ordesa al fondo... ¡¡qué belleza!!

















Las Proas desde arriba, coloreadas



Y el escandaloso abismo por el que deberemos bajar luego.




Estamos, ¿no? hay que tomarlo con alegría.




Un pelín de esfuerzo...









Estos lo hacen más durillo.




Ya en el bosque, me dijo Marta: "¡Qué ruido debió hacer cuando este árbol se rompió!"




Al fin en La Pradera, entre verdes hayas y prados, cogimos el coche y nos fuimos a comer a Broto, un merecido banquete junto a la Cascada del Sorrosal, donde un rato después nos refrescamos, vaya bañito me dí bajo el chorro del agua, je je.










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